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lunes, 15 de abril de 2013

L'Apollonide (Casa de Tolerancia)




Francia, 2011

Director: Bertrand Bonello

Intérpretes: Noémie Lvovsky, Hafsia Herzi, Céline Sallette y Jasmine Trinca.
Cliente: Subtitula'm.


Esta semana os quiero comentar la otra película que he visto de Bertrand Bonello, el director de Tiresia, a la que dediqué la anterior entrada. Con alma de esteta y pertrechado de un excelente trabajo coral de sus actrices y una fantástica ambientación fotográfica, Bonello nos invita a pasar el último año del siglo XIX en un burdel parisino. Una "casa de tolerancia" donde se toleran vicios que fuera de la misma se censuran férreamente.

      La casa es una prisión y un escondite. Una prisión para quienes precisamente le dan vida, las mujeres que cada noche se entregan como sumidero de los bajos instintos de la burguesía. Un escondite para el lamentable tapiz de petimetres, orondos aristócratas y casposos caballeros que conforman su clientela. Es también un campo de juegos. De juegos perversos que pueden dejar heridas bien visibles que duran de por vida. Y de las mentiras que conducen a ellos.

      La película, que no es corta, transcurre prácticamente entera entre esas paredes, en esa atmósfera de penumbra, de humo, de vapor malsano, de laxitud y casi narcosis, de saliva y fluidos y susurros que conforman un mundo hermético, que existe pero que está en este, solo que cerrado en sí mismo, al abrigo de la mayoría de las miradas. Por la fecha, uno intuye el vértigo finisecular que debe recorrer la sociedad que bulle a las puertas del burdel como un chasquido eléctrico. Pero adentro todo parece detenido, estancado, a punto de enmohecer, moviéndose sinuoso y a cámara lenta como una exhalación de opio. Es el siglo XIX que obstinado se resiste a dejar paso a otro que, aunque entonces no se sabía, resultaría mucho más terrible. La decadencia disfrazada del burdel es el espejo metafórico de la decadencia descarnada de la sociedad que lo cobija.

      L'Apollonide, de excelente factura estética, gana aún más enteros con la fotografía. Parece que asistamos a la animación de un cuadro de Degas o de Toulouse-Lautrec. Pese a que obtuvo críticas tibias y a que el añadido final (quien la vea sabrá de qué le hablo) desmerece el conjunto, servidor acabó la proyección quitándose de nuevo el sombrero ante Monsieur Bonello.


martes, 5 de marzo de 2013

Tiresia




(Francia / Canadá, 2003)

Director: Bertrand Bonello

Intérpretes: Laurent Lucas, Clara Choveuaux, Thiago Telès, Célia Catalifo.







Bertrand Bonello es un director de una elegancia exquisita. Ello no impide que sus películas resulten tan bellas en lo formal como perturbadoras en su contenido. Esta fue la primera película que vi del autor de Casa de tolerancia y me removió profundamente. En ella, Bonello se apropia del mito de Tiresias para vestir la historia de un transexual brasileño secuestrado por un cura perturbado y obsesionado con la estética.

            La película tiene uno de los inicios más memorables que recuerdo haber visto en una sala de cine: unas bellísimas imágenes de lava ardiente, que son muy apropiadas para introducir esta fábula sobre fuerzas telúricas como la pasión, el sexo, la violencia, la inevitabilidad del destino y la inseguridad que nos supone desconocer el futuro o conocerlo y no poder hacer nada por cambiarlo. Sobre ellas, como guinda, el allegretto de la 7ª sinfonía en La mayor de Beethoven. El conjunto en una buena pantalla de cine es de una belleza tal que casi induce al llanto. Aquí os lo dejo para que lo disfrutéis, aunque sea en baja resolución.



            Tiresia tiene dos partes claramente diferenciadas: el secuestro (Tiresia mujer) y el cambio de vida del personaje tras su liberación (Tiresia hombre). La primera es mucho más inquietante y es sobre la que se sustenta la película, pero ello no quiere decir que sea un filme irregular. La trama se sostiene hasta el final.

            No es una película fácil (como muchas otras de Bonello, por otra parte). Pero si te llega, es cautivadora, en el sentido de que te hace cautivo y no te suelta. He tenido el placer de sincronizar sus subtítulos en tres festivales diferentes y nunca me ha decepcionado. Es una película dura, tristísima, violenta, incluso desagradable (la escena en la que Terranova deja ciega a Tiresia me pilló desprevenido la primera vez, las otras dos reconozco que cerré los ojos). Sin embargo, no puedo evitar recordarla a menudo.

            En fin, una película con la que el cine se reconcilia con su condición de arte. Una joya para minorías de las que seguro que más de uno de los lectores de este blog formáis parte.




jueves, 12 de enero de 2012

Vergüenza




Uno de estos dos individuos es un trabajador incansable y un cinéfilo. El otro es un político y un sinvergüenza (sí, ya sé que son sinónimos). Uno era, desde 1995 y  hasta ayer, director de uno de los mejores festivales de cine de España y su gestión ha septuplicado el número de espectadores. El otro es desde hace poco presidente de Asturias con un partido creado ad hoc para obtener el poder cuando en su anterior partido le movieron la silla. Uno se dedicaba a recorrer festivales de cine recolectando perlas que luego se proyectarían en su ciudad, acercándola durante una semana a las mecas del cine. Es decir, que su trabajo consistía en hacer felices a los demás, en perseguir y capturar los mecanismos para hacerlos crecer espiritual e intelectualmente. El otro es aficionado a la caza y a la pesca del salmón. Es decir, que incluso en su tiempo libre disfruta haciendo sufrir a otros seres vivos, no hablemos ya de en qué consiste y en cómo ejerce su "trabajo". Y si la cara es el espejo del alma, no creo que haga falta una prueba de agudeza visual, que diría Forges, para discernir quién es un gran tipo y quién un tipejo.
Ayer, el Ayuntamiento de Gijón, gobernado desde las últimas elecciones autonómicas y municipales por el partido Foro Asturias, fundado por Francisco Álvarez-Cascos, anunció el despido de José Luis Cienfuegos, director del Festival Internacional de Cine de Gijón desde 1995. No dieron explicaciones para lo inexplicable, no intentaron justificar lo injustificable: despedir a alguien que ha puesto con esfuerzo, dedicación y sin histrionismos a una remota ciudad de provincias en el mapa de las grandes citas del cine españolas e incluso europeas. No les hace falta, ¡qué cojones! Para eso mandan, para eso les han votado: para hacer lo que les dé la gana sin rendir cuentas a nadie.
A pesar de haber trabajado en el festival como subtitulador en dos ediciones, no conozco personalmente a Cienfuegos, por lo que espero que esto no se entienda como la encendida diatriba de alguien ofendido por la defenestración de su amiguete. Tampoco pienso en este momento en mis habichuelas venideras, porque esto, que lo sepa todo el mundo, es el principio del fin del festival, como ya sucedió con la Mostra de Valencia, a cuyo caso dedicaré próximamente otra entrada. Resumiendo, el modus operandi es el siguiente: los políticos de turno apartan a gente válida para hacer hueco a sus familiares y conocidos y acaban infectando las entrañas de la muestra con ineptos que la pudren poco a poco desde dentro, como un cáncer.
No, no escribo estas líneas por esto. Las escribo porque cosas como esta absurda e injusta destitución son una vergüenza, aquí y en la República Popular China. Y aunque está visto que cada vez estamos más acorralados por las fuerzas del mal, seguimos teniendo derecho al inútil, mas digno, pataleo.

domingo, 4 de diciembre de 2011

GIJON 2011

El Festival Internacional de Cine de Gijon es la cita favorita de mi particular calendario festivalero. Sobre todo, porque se ve muy buen cine independiente. Pero tambien porque prefieren destinar parte del presupuesto a estupendos conciertos por la patilla antes que a memeces glamurosas y al alfombrarojisticas, si se me permite el neologismo. Y, por que no decirlo, porque se come de narices y los bares cierran tarde.
Como me ha pasado varias veces, la pelicula que mas me gusto del festival ni la traduje ni la sincronice. En este caso, fue Michael (pronunciese Mijail y no Maikel, pues es austriaca), a la que me meti a ver con otras companyeras el ultimo dia. Un retrato sobrio, frio, distante, de un pederasta a la austriaca, de esos que parecen excelentes personas pero guardan algo mas que vino anyejo en el sotano de sus casas unifamiliares. Gracias a su pulso narrativo y al acertadisimo reparto, me puso los pelos de punta. Aunque no tenga nada que ver, tambien me lo pase en grande con la gamberra Attack the block, en la que unos alienigenas, big gorilla wolf motherfuckers en la definicion de uno de los personajes, invaden el barrio londinense de Brixton y se las tienen que ver con una pandilla de macarras locales.
Los ciclos tematicos del festival rindieron homenaje a un par de directores alucinantes que me habia ido encontrando a lo largo de mi carrera: el austriaco Michael Glawogger y el frances Bertrand Bonello, diferentes entre si a mas no poder, pero con el denominador comun de tener una vision del cine personal e inconfundible. Del primero recomiendo Megacities, Whores Glory y Contact High. Del segundo, Tiresia y Lapollonide.
Pero Gijon es mas que cine, porque por la noche es casi obligatorio sacrificar horas de suenyo para acudir a los conciertos de la sala Acapulco. Este anyo pasaron por alli Tachenko, Luger, Za, La Debil, The Tikki Phantoms y Andre Williams, entre otros. Y, si no te toca pase matinal, se puede y se debe rematar la juerga en el Muddys, el bar de Silver. En fin, un festivalaco de los que hacen epoca, que para mi es mas intenso aun si cabe, pues al marcar el final de la temporada, suele ser la antesala de largos viajes a remotos lugares. Saludos, de hecho, desde Tailandia, razon por la cual este texto carece de acentos y enyes. Intentare actualizar un par de veces mas desde aqui si los medios y el tiempo lo permiten.
PD. Por la misma razon, perdonad si no aparezco mucho por vuestros blogs hasta mi regreso, no me he traido ordenador y dependo de cibercafes con conexiones de velocidad variable.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Les Géants


Bélgica, 2011
Director: Bouli Lanners
Reparto: Zacharie Chasseriaud, Martin Nissen y Paul Bartel.
Cliente: Subtitula'm

Hoy os traigo una película también belga, como la anterior, pero de la parte francesa. Y además, bien reciente, recién sacada del horno. Con eso me refiero a que acaba de estrenarse en el Festival de Gijón esta misma mañana. No os quejaréis de primicias en esta página.
Bromas aparte, ya cuando la traduje en la oficina, Les Géants me dio muy buenas vibraciones, que no han hecho más que confirmarse al sincronizarla esta mañana y verla en pantalla grande. Desde luego, en ella se aprecian mucho mejor unos fantásticos paisajes del campo luxemburgués que, en un principio y por el atuendo de los protagonistas, me hicieron pensar que la película era quebequense.
Les Géants cuenta la agridulce historia de dos hermanos preadolescentes en régimen de semiabandono paterno que, junto con un amigo, se las ingenian para sobrevivir solos en la casa de su difunto abuelo mientras esperan que la madre ausente venga a recogerlos concluido el verano. Es una película sencilla con sabor a cine indie, 100% típica de este festival, con pocos diálogos y momentos bastante cómicos, pero teñida permanentemente de una cierta tristeza por la lamentable situación de unos niños cuyos padres parecen tener cosas mejores que hacer que ocuparse de ellos. Los pequeños lograrán, con mejor o peor fortuna, ir desenvolviéndose y se crecerán ante las adversidades para convertirse, precisamente, en gigantes, que es lo que significa el título de la película.


Dirigida por Bouli Lanners, la puesta en escena y el pulso de la película es diametralmente opuesta a la desenfrenada, loca y también muy recomendable Eldorado, que se estrenó en Gijón en 2008. Otro punto a favor de la película es la música, a cargo del belga The Bony King of Nowhere, fantástica y que interactúa de tú a tú con las imágenes. Es un arte este que parece un tanto descuidado últimamente, especialmente en el cine español. No hay más que ver ciertos momentos de Camino, de Javier Fesser, o Caótica Ana, de Julio Medem, con canciones absurdas mal metidas con calzador que "te sacan" de la película y hacen añicos el clímax.




miércoles, 12 de enero de 2011

A Very British Gangster


Reino Unido, 2007
Director: Donal MacIntyre
Cliente: Subtitula'm

"Esto es Manchester. Por el día, lo lleva la policía. Por la noche, los mafiosos. En Manchester nací, aquí vivo, y aquí moriré". Con estas palabras se presenta Dominic Noonan y con ellas arranca también un documental que fascina, ante todo, por el grado de intimidad entre documentalista, el director Donal MacIntyre, y documentado, el ya mencionado Noonan, cabecilla de la segunda generación del clan mafioso más temible de Manchester y, quizá, de todo el Reino Unido.
La semana pasada subtitulé para el teletexto de TVE el documental "Imágenes de guerra", en el cual un editor italiano decía que la cualidad que verdaderamente importa en un fotógrafo en zonas de conflicto es su capacidad de conseguir el acceso a los protagonistas de sus fotografías. Lo mismo vale para un documentalista, cuanto más se acerque a lo que quiere rodar, más definido y claro lo veremos. Esto ya no debe de ser fácil en condiciones normales, no digamos cuando el retratado es un tiparraco de ciento y pico kilos largos que ha pasado 22 de sus 39 años en la cárcel, y que en el momento de realizarse la película no estaba precisamente reformado.
Subtitles by Jota Martínez Galiana

Pero MacIntyre, que pasó tres años siguiendo las peripecias de Dominic Noonan y su séquito de jóvenes macarras encorbatados, no solo consigue la complicidad necesaria del capo para que éste cuente incluso la técnica que usaba para atracar furgones blindados o los episodios de abusos sexuales que sufrió en un internado (y cómo les ajustó las cuentas a cada uno de los agresores), sino que además lo hace de modo que a veces se nos olvida que estamos viendo un documental, pues está tan bien rodado y montado con tanto gusto y acierto, que parece una película de ficción. En ese sentido, el rodaje del entierro de un miembro del clan, mientras un sobrino despide el ataúd cantando My way de Frank Sinatra, es de esas escenas que cortan la respiración.

En fin, un documental de libro, entretenido a más no poder, sobre un tipo que se cree poco menos que Don Vito Corleone, pero que, aunque bien es cierto que es un pez gordo del hampa que tiene en jaque a la policía por su sospechosa habilidad para salir absuelto de los juicios, aparece como un pobre diablo zarandeado por la vida y la marginalidad que, como tantos otros, solo encuentra en su entorno violencia y crimen, y hace uso de ellos para ganarse un sustento.