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viernes, 24 de mayo de 2013

When you're strange: a film about The Doors



EE. UU., 2009.
Director: Tom DiCillo.
Cliente: Subtitula'm

Esta semana ha muerto Ray Manzarek, el que fuera organista y bajista de The Doors, el hombre al que Jim Morrison cantó Moonlight Drive en las playas de Venice y al que muchos veían como el contrafuerte que sustentaba el entramado de la banda ante el vendaval personal y artístico del cantante. Por eso he pensado en este documental sobre una de las bandas fundamentales de la música del siglo XX.
      Esto es un asunto personal, porque The Doors son una de mis bandas fetiche. En mi vida hay un antes y un después de conocerlos. Sé que suena a tópico, pero ello no lo hace menos cierto. Hace muchos años, The Doors me hablaron de los misterios que se esconden tras el fin de la noche, que te esperan en las cunetas de la autopista del amanecer, me invitaron a pasar al otro lado y cuando me di la vuelta para mirarme, me encontré con un extraño. Los enteógenos obran milagros con la música adecuada.
      Por eso, cuando me tocó traducir este documental sobre su vida y obra, recibí el encargo con emoción. No os voy a engañar: hablo como fan. Tampoco os voy a vender que esta película es la octava maravilla del séptimo arte. Si entiendes de The Doors y te has molestado en leer sus biografías y autobiografías -desde la fundamental No one gets out here alive, de Jerry Hopkins y Danny Sugerman, hasta la prescindible Riders on the storm: my life with Jim Morrison and The Doors, del resentido batería John Densmore- no obtendrás datos nuevos. Ni guion ni formato son rompedores. Eso sí: contiene imágenes inéditas, lo cual siempre es de agradecer, y lo narra ni más ni menos que Johnny Depp.
      Resumiendo: una película bien hecha, correcta, que sirve tanto para que los entendidos se recreen como para que los legos se inicien, y que he querido traer aquí esta semana en homenaje a Ray Manzarek, un gran músico a la sombra del mito del Rey Lagarto cuya obra me cambió. Y seguro que no soy el único.
 
     


viernes, 1 de febrero de 2013

Un dimanche à Pripiat





(Francia, 2006)
Directores: Frédéric Cousseau y Blandine Huk.
Cliente: Savinen
Pudo verse en: Documentamadrid 2007.

A raíz de leer este excelente artículo del fenomenal reportero Jon Sistiaga y fotos de Alfonso Cortés-Cavanillas en El País Semanal, recordé este cortometraje documental que obtuvo el segundo premio del jurado en Documentamadrid 2007. Prípiat es la ciudad que se construyó en el norte de Ucrania para los trabajadores de la central de Chernóbil. Tras el accidente, fue evacuada en 36 horas... para siempre. Lo que queda es una ciudad fantasma reconquistada por la naturaleza y los bichejos.
            El documental tiene una primera parte con imágenes tomadas en la zona de exclusión, y es la que resulta más impactante. Fotogramas que bien podrían ser el escenario de cualquier distopía apocalíptica. La música, inquietante mas no abrumadora, y el murmullo del viento en esta ciudad abandonada de la que la herrumbre y los matojos han hecho patria, acompañan las visiones de un mundo con el ser humano, ya no ausente, sino que no está tras haber estado, lo cual es mucho peor. Prípiat es un espacio lleno de escombros y objetos en desuso y vacío de vida humana. Todo un monumento a la burricie de una especie empeñada en destruirlo todo a cambio de un supuesto progreso. Imágenes de devastación que te devastan el ánimo.
            O quizá sea que mis lazos de parentesco me ligan mucho a un pueblo de Valencia que, en caso de que algo similar ocurriera en la Central Nuclear de Cofrentes, correría el mismo destino que Prípiat. No me puedo imaginar lo que supondría para mi padre o para mi mujer que de la noche a la mañana les comunicaran que no pueden volver a ver el valle en el que nacieron, o tener que explicarle a mi hija que es letal pisar la tierra de sus abuelos. Y todo, ¿para qué? ¿Para esto? No considero que merezca la pena.
           

viernes, 25 de enero de 2013

Instrument



(EE. UU., 2003)
Director: Jem Cohen.
Pudo verse en: In-Edit Beefeater 2012.


Integridad, coherencia, honestidad... Son las primeras palabras que seguramente saldrán de la boca de cualquier seguidor de la banda norteamericana Fugazi a la hora de definir a estos abanderados del post-hardcore. Puede resultar sorprendente que sean sustantivos que no hacen referencia a su música, sino a su actitud. Y es que, en Fugazi, ésta era tan importante como aquélla.
      Esto no quiere decir que Fugazi, formada en Washington DC en 1987 por Ian MacKaye, Guy Piccioto, Joe Lally y Brendan Canty, sea una de esas bandas donde el mensaje va en demérito de la música. No, el vendaval sónico de Fugazi es tan arrebatador que puedes vibrar plenamente con él sin necesidad de entender las letras, que muchas veces son bastante crípticas.
      Pero más allá de las letras y de la música, está el mensaje global de este pedazo de banda en la que no se fumaba ni se bebía ni se consumían sustancias ilegales y censuraba a los que acudían a sus conciertos a repartir patadas, codazos y empujones. Pero, sobre todo, Fugazi llevó la filosofía DIY (Do It Yourself, Hazlo Tú Mismo) hasta sus últimas consecuencias en un momento, los noventa y primeros 2000, donde no resultaba fácil existir al margen de la industria. Fugazi editaban sus discos en su propia discográfica, Dischord, y organizaban ellos mismos sus giras. Todo dependía de ellos mismos y de la entrega de sus seguidores.
      Éstos también participan en la cinta con sus opiniones positivas ("nos enamoramos analizando sus letras", revela un joven matrimonio) y negativas (generalmente, acusaciones de haberse vendido a partir de tal o cual disco). El documental, de casi dos horas, también cuenta con muchas grabaciones en directo, algunas en estudio, entrevistas en televisión y testimonios de los artistas en diversos medios. Todo junto conforma un colosal documento sobre la fuerza y energía pura de esas pequeñas grandes bandas que escriben con sudor y esfuerzo algunos de los momentos más intensos que se pueden vivir al pie de un escenario.
     Os dejo un extracto subtitulado de Instrument, una entrevista para TV en la que Ian McKaye define bastante bien el modus operandi y la filosofía de Fugazi, seguido de un breve fragmento donde podéis comprobar la fuerza y fiereza de su música en directo.
Si queréis verlo entero (eso sí, sin subtítulos) podéis encontrarlo aquí: http://www.youtube.com/watch?v=3jTjALyY8NM

 

martes, 11 de diciembre de 2012

Gimme Shelter




EE. UU., 1970

Directores: Albert Maysles, David Maysles y Charlotte Zwerin.


Pudo verse en: Documentamadrid 2005 / Almay! 2008 / In-EditBeefeater 2012.



Este es un documental para traducir de rodillas, con la reverencia que se debe a los clásicos y las obras maestras. En principio, es una película sobre la gira estadounidense de los Rolling Stones de 1969, que culminaría con un concierto gratuito en Altamont en diciembre. Pero por los hechos trágicos que allí sucedieron y el contexto histórico, es mucho más que eso.

      Me explico: la masiva respuesta del público ante la convocatoria de un concierto gratuito de los Rolling Stones y bandas invitadas en el circuito californiano de Altamont desembocó en un caos que, como queda claro en varias ocasiones a lo largo de la cinta, se les fue totalmente de las manos a los organizadores. A ello se sumó el reparto indiscriminado de dosis de LSD adulterado y la brillante idea de contratar a un hatajo de Ángeles delInfierno camorristas y con la mano larga como personal de seguridad.

      La cinta tiene una primera parte que muestra actuaciones de la gira de los Rolling, grabaciones en carretera de repertorio nuevo y las negociaciones del abogado Mel Belli para conseguir un espacio en el que la banda pueda dar el concierto de despedida de la gira. La segunda parte es el concierto en sí, que comienza con escenas idílicas de los hijos de las flores pasándolo en grande.


      Ya durante los primeros conciertos, de The Flying Burrito Brothers y Jefferson Airplane, empiezan a aparecer algunos cuelgues monumentales entre miembros del público, lo cual aprovechan los Ángeles del Infierno para repartir una colleja aquí un varazo allá, a músicos incluidos, e ir calentando el ambiente. Cuando, ya de noche y con mucha gente de mal viaje, los Rolling Stones salen a tocar, tienen que interrumpirse varias veces ante las continuas agresiones de los Ángeles a miembros del público. Hay una sensación de tragedia inminente en el aire que culmina cuando un motorista apuñala a un joven negro y lo mata.

      1969 fue un año que marcó el fin del breve sueño hippie. Si los asesinatos del clan Manson le dieron la estocada en verano, el trágico concierto de Altamont le da la puntilla en diciembre. Eso está recogido en esta sublime cinta, cuyas imágenes finales, vistas bajo ese prisma, adquieren una amarga pátina alegórica: el apuñalamiento de la inocencia a manos de la violencia. Y hasta hoy.

lunes, 28 de mayo de 2012

Moog

Estados Unidos, 2007
Director: Hans Fjellestad
Cliente: Savinen
Pudo verse en: Documentamadrid 2005




La semana pasada, el 23 de mayo, como muchos de los que jugueteasteis con el doodle de Google recordaréis, se cumplieron 78 años del nacimiento de Robert Moog. Este señor fue el inventor del mítico sintetizador analógico Moog, que revolucionó el mundo de la música con sus peculiares sonidos como del espacio exterior. En el año 2004, Hans Fjellestad realizó el documental que hoy nos ocupa, una pequeña joya que sería una lástima que quedara reducida a producto para melómanos y friquis de la electrónica, porque en realidad es un homenaje al ingenio humano personificado en este físico e ingeniero eléctrico neoyorquino.
       Robert Moog responde al prototipo de inventor solitario, dotado casi desde la cuna para los chismes electrónicos. Pasó su adolescencia diseñando y fabricando theremines, otro endiablado y deliciosamente psicodélico cacharro. Cuando conoció a Raymond Scott, también pionero de la síntesis del sonido del cual traduje posteriormente otro jugoso documental, sus sintetizadores le inspiraron para crear  su propia máquina: un sintetizador modular capaz de generar millones de sonidos a base de la modificación de ondas y su paso por diversos filtros.
       En fin, quizá a los profanos les parezca algo anecdótico y a los defensores a ultranza de la guitarra otro cacharrito con el que se entretienen esos músicos electrónicos que no saben tocar, pero el Moog, en sus múltiples versiones, desde los mastodónticos ensamblajes modulares tipo centralita de teléfonos de sus inicios a principios de los 60 a versiones más transportables como el Minimoog, es la hostia en verso, os lo digo yo. Desde su aparición, está presente en muchísimos géneros musicales y ha sido usado para generar innumerables efectos de sonido para anuncios, programas de radio, etc. Aparte de sentar las bases para la invención de muchos otros instrumentos electrónicos posteriores.
       Todo ello, amén de cómo funciona un Moog -la parte chunga de traducir este documental por sus complejidades técnicas- y entrevistas a músicos que han utilizado o utilizan el Moog en sus composiciones, sirve para tejer un documental muy entretenido, incluso entrañable, con animaciones incluidas y entrevistas al autor, que casi se convirtió en un homenaje póstumo, pues Robert Moog nos dejó, seguramente a caballo de una de sus ondas espectrales, un año después del estreno de la película.