Francia, 2008
Director: Philippe Grandieux
Reparto: Dmitry Kubasov, Natalie Rehorova, Alexei Solonchev y Simona Huelselmann
Cliente: Savinen
Pudo verse en: Festival Internacional de Cine de Las Palmas 2009 y 2010
Esta película es tan particular que casi merecería exhibirse en un museo, más que en un cine. Su mayor fuerza reside en sus poderosas y bellísimas imágenes, una fotografía espectacular que capta en toda su crudeza la áspera y bestial naturaleza donde se desarrolla la trama. Por eso, creo que si no se ve en el cine, en las condiciones óptimas de imagen y sonido, creo que no se apreciará y que muchos (incluso en el cine) se aburrirán con ella, pero para mí es una obra sublime, arrebatadora, emocionante y evocadora.
Lo mejor es que di con ella guiado por el instinto (y mira que soy zopenco y poco intuitivo, pero en esta ocasión me lucí). A la compañera que la había traducido no le había gustado nada (desde luego, traducirla a partir de una copia de trabajo de baja calidad no ayuda para nada a apreciar la película) y, por aquello de "no querías caldo, pues toma dos tazas", le tocó sincronizarla tres veces tres en el festival de Las Palmas, donde competía en la sección oficial. Como tampoco le gustó en cine -y no la culpo, porque la peli es raruna y lenta a más no poder- me ofrecí a cambiarle uno de sus pases por uno mío a la misma hora, y así librarla a ella del repetido sufrimiento y exponerme yo a verla y juzgarla por mí mismo.
Acerté de lleno. Salí de la sala acongojado por tanta belleza y crudeza a partes iguales. El argumento es muy simple: el joven Alexi vive con su hermana Hege, con su hermanito y con su madre ciega y la figura del padre ausente. Alexi, leñador epiléptico, ama apasionadamente a su hermana, un amor tan intenso que roza el incesto. La aparición de Jurgen, que llega para aprender el oficio y debe compartir con la familia la estrecha cabaña, desencadenará un inevitable conflicto.
Pero, en esta película, el argumento es lo de menos. De hecho, apenas hay diálogos. Lo importante es cómo, a través de las imágenes, la fotografía, el montaje y el tratamiento del sonido, Grandieux consigue transmitirnos la soledad, el desgarro y el aislamiento de estas gentes perdidas en un bosque nevado junto a un lago, presumiblemente en el norte de Europa. Para añadir sensación de rareza, el director pone a actores extranjeros a hablar francés y el resultado es brutal, en consonancia con el resto de recursos estilísticos de esta cinta tan reseñable y, ay, tan minoritaria.