Francia / Suiza,
2003
Director: RaoulRuiz
Reparto: Elsa Zyllberstein, Bernard Giraudeau, Jean-Luc Bideau y Jean-François Balmer.
Cliente: Savinen
Pudo verse en: Festival de Cine Europeo de Sevilla 2004
Este verano se producía
la triste noticia del fallecimiento del cineasta chileno-francés Raoul Ruiz. No
llegaría hasta el punto de declararme seguidor acérrimo suyo, pues de su
extensa y variada cinematografía solo conozco cuatro títulos que me han
provocado distintas reacciones, desde el hastío ante el folletín Los misterios de Lisboa hasta la fascinación por Ce jour-là, pues la película que hoy
nos ocupa es una de las más flipantes que jamás haya visto el que suscribe.
Me tocó sincronizar esta cinta en el Festival de Cine
Europeo de Sevilla 2004 y fui a la sala sin mucho ni poco interés, pues no
acostumbro a documentarme sobre las pelis que sincronizo, no vaya a ser que el
típico listillo dé demasiados detalles y me diseccione la trama. Lo que siguió
a continuación fueron 105 minutos de antológico goce cinematográfico. Tanto es
así, que le cambié otro pase a una compañera para poder volverla a ver y luego
di tanto la tabarra con la película que mi amiga Sabina me regaló el DVD tras
un viaje a Francia.
En su tráiler, Ce-jour là se califica de "una
película helvética de Raoul Ruiz". Y cierto es que tan rara, ambigua,
misteriosa y demente como aparenta ser la sociedad suiza es esta cinta, donde
todo comienza, muy apropiadamente, en un prado sumido en una espesa niebla de la que surge una cuerda de
locos de un sanatorio cercano. La locura, pero también la codicia y las mezquindades
a que nos empujan el ansia de dinero y poder, es el hilo conductor de esta
cinta que divierte a ratos e intriga constantemente. Formalmente, también está
rodada con planos bizarros, lo cual contribuye a esa atmósfera de suspense y
turbiedad que empaña esta hora y media larga de gran cine.
Quizá alguno tengáis ocasión de ver Ce jour-là y no os
parezca para tanto, pero yo siempre me tomo el cine de forma visceral. Antes
que analizarlo con los sesos, prefiero gozarlo con el instinto y dejarme hechizar
sin entrar a valorar si el encantamiento es tramposo. Y cuando acabé de ver
esta película tuve la misma sensación que cuando, en mi tardoadolescencia,
fui, una vez más a ciegas, al cine del pueblo a ver Haz lo que debas, de Spike
Lee, y descubrí que había otro tipo de cine, lo cual me empujó por un camino de
no retorno que me alejó para siempre del cine comercial y de consumo rápido. Y hasta aquí.