(Francia, 2006)
Directores: Frédéric Cousseau y Blandine Huk.
Cliente: Savinen
Pudo verse en: Documentamadrid 2007.
A raíz de leer este excelente artículo del fenomenal
reportero Jon Sistiaga y fotos de Alfonso Cortés-Cavanillas en El País Semanal, recordé este cortometraje documental
que obtuvo el segundo premio del jurado en Documentamadrid 2007. Prípiat es la ciudad
que se construyó en el norte de Ucrania para los trabajadores de la central de
Chernóbil. Tras el accidente, fue evacuada en 36 horas... para siempre. Lo que
queda es una ciudad fantasma reconquistada por la naturaleza y los bichejos.
El
documental tiene una primera parte con imágenes tomadas en la zona de exclusión,
y es la que resulta más impactante. Fotogramas que bien podrían ser el
escenario de cualquier distopía apocalíptica. La música, inquietante mas no
abrumadora, y el murmullo del viento en esta ciudad abandonada de la que la
herrumbre y los matojos han hecho patria, acompañan las visiones de un mundo
con el ser humano, ya no ausente, sino que no está tras haber estado, lo cual
es mucho peor. Prípiat es un espacio lleno de escombros y objetos en desuso y
vacío de vida humana. Todo un monumento a la burricie de una especie empeñada
en destruirlo todo a cambio de un supuesto progreso. Imágenes de devastación
que te devastan el ánimo.
O quizá sea
que mis lazos de parentesco me ligan mucho a un pueblo de Valencia que, en caso
de que algo similar ocurriera en la Central Nuclear de Cofrentes, correría el
mismo destino que Prípiat. No me puedo imaginar lo que supondría para mi padre
o para mi mujer que de la noche a la mañana les comunicaran que no pueden
volver a ver el valle en el que nacieron, o tener que explicarle a mi hija que es
letal pisar la tierra de sus abuelos. Y todo, ¿para qué? ¿Para esto? No
considero que merezca la pena.