Estados Unidos, 2007
Directora: Rory Kennedy
Cliente: Savinen
Pudo verse en: Documentamadrid 2008
Como es fácil de suponer por el título, Ghosts of Abu Ghraib es un documental sobre los tristemente famosos casos de tortura en la cárcel iraquí del mismo nombre, que salieron a la luz y dieron la vuelta al mundo gracias a la filtración de unas fotos hechas por los propios torturadores en la que éstos, unos soldadillos y soldadillas de tres al cuarto, aparecían posando en actitud festiva ante sus víctimas.
Precisamente, el hecho de que los autores materiales de los abusos fueran unos pelagatos, sirvió para que el Pentágono vendiera los hechos como un desmán aislado de tres o cuatro gárrulos desbocados. El documental, sin embargo, se apoya en numerosos testimonios (en ocasiones, tantos, que peca un poco de abrumador) para dejar claro que, en esta historia, hay, desde luego, víctimas, pero también malos (los soldados) y malísimos (Donald Rumsfeld y compañía). Porque si algo queda expuesto tras su visionado es que las torturas en Irak fueron un instrumento más al servicio de los Estados Unidos de Bush Jr, en su búsqueda de aquellas armas de destrucción masiva, tan escurridizas que han matado ya hasta a Bin Laden y aún no han aparecido. Es decir, que aquellos que salieron inmediatamente cariacontecidos a la palestra, a decir "hay que ver, qué malos son estos soldados" eran, realmente, quienes les ordenaron o sugirieron que todo valía con tal de extraer información sobre moritos rebeldes. En todo caso, sabían que esto sucedía y lo permitían, cuando no lo alentaban.
Ghosts of Abu Ghraib habla de la tortura y de la ignominia, pero en realidad habla de todos nosotros en tanto seres humanos. Porque lo vemos y decimos: "qué barbaridad, que panda de animales". Pero, ¿estamos seguros de que jamás haríamos algo así en las circunstancias propicias? El documental tiene un prólogo y un epílogo basado en los experimentos del psicólogo Stanley Milgram en 1961, enfocados a medir el grado de obediencia y sumisión a la autoridad de ciudadanos normales y corrientes. Es decir, hasta dónde podemos llegar cuando alguien que reconocemos como autoridad nos dice que hagamos algo que contradice nuestras normas morales. Los resultados son escalofriantes, y como hay alguien que explica estos experimentos muy bien, no quiero ser redundante, y a los que queráis saber más, os remito a Antígona y su excelente blog La cólera de Aquiles, cuya última entrada, Obediencia, habla precisamente de Milgram y nos ofrece las siempre interesantes y lúcidas reflexiones de su autora.
un buen documental para ver un dia con buen estado de ánimo, ni quiero pensar como acaba uno al finalizarlo...
ResponderEliminarTorturas con Bush.
ResponderEliminarTorturas con Obama (Guantánamo sigue ahí).
Asesinatos de estado con Bush.
Asesinatos de estado con Obama.
Eso es lo que hay.
Saludos.
Lluís:
ResponderEliminarTe responderé con una palabra que se usa mucho estos días: Indignado.
Toro:
Mismos perrros, distintos collares.
Tantos errores y horrores cometidos en nombre de una susodicha PAZ.
ResponderEliminarSe me remueven las tripas sólo con pensarlo, no sé si podré verlo entero...
Besos, Jota.
Hola Jota, mil gracias por la mención y por la recomendación, aunque en este caso el interés del post radica en lo interesante de la cosa en sí, dado que a nadie puede dejar indiferente el conocimiento del experimento Milgram y de sus resultados.
ResponderEliminarTe mencionaba en mi blog al responderte el experimento de la cárcel de Stanford, sobre el que, si no lo conoces ya, encontrarás mucha información en la red y sobre el que se llegó a rodar una película alemana –en parte veraz, en parte ficticia-, porque veo también estrechas conexiones entre lo que cuentas de los soldados frente a los prisioneros y lo sucedido en esas cárcel iraquí.
Aterradora me parece la fotografía que has puesto de cabecera, y veré el documental cuando me encuentre con “cuerpo” para ello. Pero mirándola -¿cómo coño se puede sonreír así ante un hombre torturado?-, y leyéndote se me han venido a la cabeza las guerras que los historiadores consideran de las más cruentas de la humanidad: las guerras de religión. ¿Por qué? Porque cuando el otro es la encarnación misma del mal, el demonio envuelto en efluvios de azufre, no sólo cualquier atrocidad está justificada, sino que es más que deseable y bienvenida. Cualquier enseñamiento para hacer sufrir al maligno. Cualquier bestialidad para demostrarle el poder de “los buenos” sobre él.
Y me temo que la población estadounidense ha sido la perfecta víctima de esta demonización del mundo islámico que no discierne entre individuos ni entre acciones de individuos. Musulmán: ¡a la hoguera! Y todos a tirarle piedras y a avivar el fuego para luego recibir la palmadita divina –o de la autoridad en funciones- en la espalda.
Por no hablar de que, en nombre de esa pasión llamada venganza, se han cometido incontables atrocidades.
Alguien debería hacer, en cualquier caso, un documental sobre cómo continuó la vida de esos soldados. Me gustaría pensar que, pasado el tiempo, no pueden dormir por las noches o lo hacen a fuerza de tranquilizantes.
Un beso!
Zarzamora:
ResponderEliminarSe te remueven las tripas, las entrañas, la moral... Pero solo cuando algo nos remueve las vísceras, nos indignamos y, quizá, actuamos. Es necesario saber que estas cosas pasan.
Antígona:
Gracias a ti por haberme inspirado. Te lo creas o no, creo que estos soldados duermen a pierna suelta. Algunos de ellos y ellas, en concreto creo que la de la foto, sale en el documental hablando de aquella experiencia y no parecen especialmente traumatizados (seguro que en las cárceles americanas no les dispensaron el mismo trato que ellos ofrecieron a sus prisioneros iraquíes). Pero ya se sabe, ellos bombardean una aldea de Pakistán por error creyendo que allí se oculta el penúltimo lugarteniente Bin Laden, se cargan a decenas de personas, mujeres, niños, ancianos y a un perro que pasaba por allí, y es una masa anónima, como si hubieran pisado por error un puñado de hormigas. Bombardean las Torres Gemelas y tenemos que conocer la biografía de todas y cada una de las víctimas para que nos den más pena.
No puedo con lo de las torturas,me pone laa sangre encendida y me dan ganas de matar a los torturadores,menos mal que no se hacer bombas caseras.Besos.
ResponderEliminarA esa primera y agradable impresión de conocer tu espacio, le sumé inmediatamente “Ghosts of Abu Ghraib habla de la tortura…pero en realidad habla de todos nosotros”. Coincido absolutamente. La condena fácil y hacia el otro, no educa. Sí, reflexionar la responsabilidad, aún remota, que esas aberraciones sean posibles porque permitimos, mirando hacia otro lado, que sucedan y justificando lo injustificable.
ResponderEliminarMuchas Gracias por el buen material y tu sinopsis. Saludos cordiales.
No me gusta :(
ResponderEliminarLoli:
ResponderEliminarA mí la tortura también me solivianta mucho. Por eso me hice socio de Amnistía, porque encima pasa una cosa: que la víctima de torturas, encima, no recibe el apoyo de la sociedad, pues al ejercerla la autoridad, mucha gente que todavía no ha aprendido a desobedecer la excusa pensando: "algo habrá hecho".
Susana:
Bienvenida por estos lares y gracias por tus palabras. Es verdad que es muy fácil acusar a los demás e ir por la vida de santo varón, pero, como decía un amigo sueco (seguramente citando a alguien, pero no sé a quién): "who knows where evil lurks in the soul of men" (¿quién sabe dónde acecha el mal en el corazón de los hombres?)
Frankie:
No mola, no. Da mal rollo. Pero hay que saberlo.
Pues bien, amigo Jota, ya estoy aquí
ResponderEliminarEvidentemente, no sé si tendré estómago para ver entero este documental, pero creo que lo más salvaje del mismo no son las acciones de los soldados (sobran las palabras), sino ver al hijo de puta de Donald Rumsfeld diciendo que "los combatientes ilegales no tienen los derechos de la convención de Ginebra".
Este es un mundo malo y perverso, lleno de Guantánamos y de hijos de puta y mala solución tiene.
Y en mala mierda van a tener que vivir mis hijos si no acabamos con esto.
Como bien dices, indignación, amigo Jota, INDIGNACIÓN.
Un abrazo!
Joder, nsectö, me he tenido que hacer famoso para que te dignaras a dejar un comentario... ;)
ResponderEliminarLas soluciones a este mundo perverso deberán pensarse en las calles. De los politicuchos que nos mangonean poco podemos esperar ya.
Jota ,aquí también se sigue torturando ,muy cerca de nosotros y se de lo que hablo.Hay psicópatas en todas partes pero donde más hay es en donde se supone que hay personas que quieren la paz y el orden,son perros asesinos,había que desterrarlos a una isla solo para psicópatas. Un abrazo.
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