Intérpretes: Ingrid Thulin, Gunnar Björnstrand y Max von Sydow.
Cliente: Savinen
Pudo verse en: Filmoteca Española.
Vamos con un clásico. Esta es una de las primeras películas que traduje cuando, hace diez años, empecé mi carrera de traductor audiovisual. Segunda pieza de una trilogía dedicada a la fe y una de las favoritas del mismo Ingmar Bergman, es sin embargo un filme que no tiene el peso en su filmografía de títulos como El séptimo sello o Persona, pero a mí me dejó alucinado.
Los comulgantes es una película muy existencial y tristísima, tan triste como ese oscuro invierno escandinavo en el que se desarrolla la acción. En inglés, se tituló Winter Light (Luz de invierno), y realmente la luz, o más bien su falta, es el escenario opresivo perfecto para que en él se desenvuelva la angustia vital de sus personajes.La historia es muy sencilla y transcurre entre los dos servicios dominicales de un pastor (de almas, no de cabras) en la Suecia rural. Tomas, que así se llama el religioso, sufre una tremenda crisis de fe y encima está resfriado, por lo que no tiene el cuerpo, y mucho menos el espíritu, para tonterías. Lo sufrirá en sus carnes y en sus ánimos un granjero local deprimido que acude a Tomas en busca de orientación y se encuentra con un ministro que, más que aliviar u reconducir su zozobra, la ahonda mostrándole su propia brecha con lo divino como lente de aumento. Resultado: suicidio, svenska specialitet.
La peli es enteramente memorable, pero hay tres escenas que valen su peso en oro: la conversación entre el granjero y Tomas; la carta que éste recibe de la maestra Märta, a la sazón su amante, narrada por ella misma en primer plano, y la aniquilación sentimental de Märta por el verbo de un Tomas que, ya lo hemos dicho, no tiene el día como para que le anden buscando las cosquillas. La que más me quedó grabada en la memoria fue esta última, una de las peores muestras de humillación y mala baba que me he encontrado en la gran pantalla. Eso sí, expresada con exquisita ira contenida a la escandinava. Jevi metal del bueno. Podéis ver la escena (doblada, no la he podido encontrar subtitulada) aquí.
¡Estupenda tu entrada, Jota! De la película recuerdo pocas cosas, aunque sí la escena que comentas al final, precisamente porque años después me recordó muchísimo a otra escena de "La cinta blanca" de Haneke, que me recordó muchísimo a Bergman, y en la que hay una humillación si cabe aún peor que esta.
ResponderEliminarSaludos.
Hola, ¡que alegría, soy la la primera en comentarte!.
ResponderEliminarPor lo que he podido entender la película es un poco triste y tiene poco sol, ya se sabe que en esos países luce poco el sol.
A mi Bergman me gusta mucho, me gusta mucho "El manantial", creo que se llama así, el "Septimo sello" también la he visto, pero de la que hablas en tu entrada no he visto nada, ahora iré a ver lo que pones que se vea en ella para tener una idea de la película.
Como siempre has descrito la película de maravilla, se entiende perfectamente el argumento de ella con lo que dices, gracías por compartir tus conocimiento con nosobros los blogueros.
Un abrazo, hasta pronto querido amigo, te deseo una feliz semana
No la he visto y no sé si es conveniente que la vea...
ResponderEliminarSaludos.
Empezaste fuerte, eh?
ResponderEliminarDiálogos y monólogos con Bergman no te faltaron , eso seguro.
Tengo un amigo que se burla de mí por lo que me gusta Bergman.
La verdad es que son películas cada una de ellas para ver un par de veces, mínimo.
Besos, Jota.
Durante años Bergman fuè mi director favorito, aunque esta pelìcula no la he visto.
ResponderEliminarun saludo
fus
Jota:
ResponderEliminarLo que pasa con Bergman es que tienes que estar preparado psicológicamente. No lo digo en plan malvado. Tienes que tener un estado de ánimo reposado, tranquilo, sereno y relajado para ver sus películas.
¡Qué trabajo más interesante!
Salu2.
No la he visto y una vez atendido el fragmento que propones dudo que lo haga. La interpretación es sublime, el argumento profundo, pero la actitud me parece devastadora. Ya tengo bastante con la realidad y mis fantasmas como para alimentar más el desasoiego. Creo que me centraré en comedias tontas y dibujos animados.
ResponderEliminarEsta noche veré Las amargas lágrimas de Petra Von Kant. Y estoy buscando, a ver si encuentro para bajarme, Berlín Alexanderplatz. Fassbinder. Recomiendame algo actual pasable...
ResponderEliminarBeso,
Lu
Mila:
ResponderEliminarYo también pensé en La Cinta Blanca al acordarme de Los Comulgantes. Y tienes razón, la humillación en aquélla es casi peor que en ésta. Joé con el luteranismo.
Demofila:
Con una filmografía tan extensa como la de Bergman, es normal que haya títulos que se nos escapen, y como digo, esta peli era una de sus favoritas, pero no es recordada por el público y la crítica como uno de sus grandes títulos.
Toro:
Quien no la debería ver jamás, bajo ningún concepto, es Justiniano.
Zarzamora:
Pues sí, no me anduve con chiquitas. Con primeros pinitos así es normal que me entrara el gusanillo. Y mejor que se rían de ti porque te gusta Bergman que porque te gusta Bustamante.
Fus:
Pues anótatela, porque es puro Bergman.
Dyhego:
Toda película, aunque no sea de Bergman, requiere su momento, en eso coincido contigo.
Sergio:
En tu derecho estás, pero recuerda lo que dijo aquel: "lo bueno del cine es que, durante dos horas, los problemas los tienen los demás". O algo así.
Luna:
Drei, la última del director de Corre Lola Corre, me encantó. Es la última que he visto en el cine.
Sabes de mi fascinación por Bergman, y la escena de la película que has linkado me impresionó y dolió en su día como pocas. Pero es que Bergman ha sido siempre un maestro retratando la miseria de las relaciones humanas, en concreto de las relaciones amorosas. Quizá lo que más sorprenda de ella es la crueldad con la que Tomas abre su corazón a Marta. Pocos seres humanos osarían utilizar su sinceridad como un arma arrojadiza con tan pocos escrúpulos. La descripción de Tomas de sus sentimientos hacia Marta son el perfecto relato del desamor: el otro convertido en molestia, su amor y cuidados como una carga, su compañía o su conversación únicamente como fuente de aburrimiento. Es terrible el desamor cuando llega, no sólo para el rechazado sino también para quien rechaza, que no puede dejar de sentirse mezquino y odioso albergando sentimientos tan negativos hacia quien sólo quiere entregársele. Es por ello por lo que todos tendemos a ocultar esos sentimientos cuando surgen. También por respeto hacia el otro, incluso por piedad, puesto que nadie se merece que le hagamos tanto daño poniéndolos sobre la mesa, aun cuando todos sepamos en qué consiste el desamor. Que Tomas decida no ocultarlos no me parece más que el síntoma del tremendo enfado que siente consigo mismo y con la vida. Un enfado que vuelca sobre Marta porque, a fin de cuentas, es irritante que la vida nos ofrezca el amor de alguien que no podemos apreciar ni valorar.
ResponderEliminarEspeluznante también la reacción de Marta, y el modo en que acepta acompañar a Tomas, como si la conversación jamás hubiera tenido lugar.
Aunque las películas de Bergman sean siempre iluminadoras, nunca resulta agradable comprobar cómo los seres humanos podemos llegar a aferrarnos a relaciones podridas en sus cimientos sólo por miedo a la soledad.
Me ha encantado recordar esta película a través de tu post.
Un beso