viernes, 14 de octubre de 2011

Ce jour-là

 
Francia / Suiza, 2003
Director: RaoulRuiz
Reparto: Elsa Zyllberstein, Bernard Giraudeau, Jean-Luc Bideau y Jean-François Balmer.
Cliente: Savinen


Este verano se producía la triste noticia del fallecimiento del cineasta chileno-francés Raoul Ruiz. No llegaría hasta el punto de declararme seguidor acérrimo suyo, pues de su extensa y variada cinematografía solo conozco cuatro títulos que me han provocado distintas reacciones, desde el hastío ante el folletín Los  misterios de Lisboa hasta la fascinación por Ce jour-là, pues la película que hoy nos ocupa es una de las más flipantes que jamás haya visto el que suscribe.
            Me tocó sincronizar esta cinta en el Festival de Cine Europeo de Sevilla 2004 y fui a la sala sin mucho ni poco interés, pues no acostumbro a documentarme sobre las pelis que sincronizo, no vaya a ser que el típico listillo dé demasiados detalles y me diseccione la trama. Lo que siguió a continuación fueron 105 minutos de antológico goce cinematográfico. Tanto es así, que le cambié otro pase a una compañera para poder volverla a ver y luego di tanto la tabarra con la película que mi amiga Sabina me regaló el DVD tras un viaje a Francia.
            En su tráiler, Ce-jour là se califica de "una película helvética de Raoul Ruiz". Y cierto es que tan rara, ambigua, misteriosa y demente como aparenta ser la sociedad suiza es esta cinta, donde todo comienza, muy apropiadamente, en un prado sumido en una espesa niebla de la que surge una cuerda de locos de un sanatorio cercano. La locura, pero también la codicia y las mezquindades a que nos empujan el ansia de dinero y poder, es el hilo conductor de esta cinta que divierte a ratos e intriga constantemente. Formalmente, también está rodada con planos bizarros, lo cual contribuye a esa atmósfera de suspense y turbiedad que empaña esta hora y media larga de gran cine.
            Quizá alguno tengáis ocasión de ver Ce jour-là y no os parezca para tanto, pero yo siempre me tomo el cine de forma visceral. Antes que analizarlo con los sesos, prefiero gozarlo con el instinto y dejarme hechizar sin entrar a valorar si el encantamiento es tramposo. Y cuando acabé de ver esta película tuve la misma sensación que cuando, en mi tardoadolescencia, fui, una vez más a ciegas, al cine del pueblo a ver Haz lo que debas, de Spike Lee, y descubrí que había otro tipo de cine, lo cual me empujó por un camino de no retorno que me alejó para siempre del cine comercial y de consumo rápido. Y hasta aquí.